Melodías para morir o matar

¿Hasta dónde llegarías si no tuvieras nada que perder?

¿Se puede escribir con chupa de cuero?
Toño lo hace y eso se nota, joder que si se nota...

Empieza arriba, pero sigue subiendo, y cuando crees que no puede subir más, lo hace, y cuando está ahí arriba, en lo más alto, acaba de golpe y te lanza otra vez contra el suelo, el suelo de Malasaña, su territorio.
Lo de Toño no es pose. Lo mejor que se puede decir de él es que escribe guiones de tele, pincha garaje, hace monólogos, obras de teatro, programas de radio y lo que se tercie, fiel a su manera de vivir.
Porque esta novela sabe a vermut de grifo, a caña bien tirada, a gin tonic en vaso de tubo. Va vestida de Chopper Monster, se pasea con el Pele por el Palentino, el Camacho o el Dosde, y acaba en la Vía Láctea, el Morticia o el Tupper, mientras suenan Los Enemigos.
Es rápido y afilado, como un buen riff de guitarra eléctrica ramoniano, es contundente como un botera de rock que se deja los muñones, es elegante y marca los tiempos perfectamente como un bajo Fender.
Si el mundo fuera justo, este libro no tendría sentido y Toño tendría no una, sino dos calles: una en su Ponferrada natal y otra en su Malasaña; pero en este mundo desagradecido Toño no tiene ninguna de las dos... aún; pero a cambio nos deja un libro excelente: "Melodías para morir o matar".

Con todos ustedes, su satánica majestad de la escritura: El diablo sobre ruedas.

Hey ho! Let's go! (Javier Durán Tortonda)

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