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Sephardic Legacy. 58837

Sephardic Legacy

Bureo Box. 2013

Ficha técnica

  • EAN: 58837
  • ISBN: 58837
  • Editorial: Bureo Box
  • Fecha de edición: 2013
  • Encuadernación: Plástico
  • Dimensiones: 12x14
  • Idioma: Castellano
  • Nº páginas: ...

Disponible

3 EN STOCK - dato actualizado el 27/03/24 a las 23:03

PVP. 12,00€


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El origen de las comunidades judías, como el de otras existentes, ha estado rodeado de leyendas. Cuanto más atrás nos alejamos en el tiempo más se desdibujan los contornos de una realidad, un acontecer, que hoy están tan nítidamente documentados y fijados en multitud de diferentes soportes pero que en tiempos pretéritos era impensable. Todo aquel flujo de creencias, informaciones, saberes que forman parte de la tradicionalidad de un pueblo, se vehiculizaban mediante el fenómeno de la tradición oral para ser custodiada y perpetuada, legándose a las postreras generaciones.
El conocimiento de la existencia de comunidades judías, más o menos numerosas, en la Península varía según unas y otras fuentes, siendo las que la ubican más prematuramente en tiempos remotos, en el siglo I a.C. No sabemos cuando y en qué número entraron, pero lo que es un hecho irrefutable y constatado es que abandonan las coronas españolas a finales del siglo XV, tras el edicto de expulsión dictado por los Reyes Católicos en pro de una España unificada religiosa y políticamente.
Es así como dictan que 'acordamos de mandar salir a todos los judíos de nuestros reinos, que jamás tornen; e que fasta el fin del mes de julio que viene salgan todos con sus fijos, de cualquier edad que sean, e non osen tornar bajo pena de muerte. E mandamos que nadie de nuestros reinos sea osado de recebir, acoger o defender pública o secretamente a judío nin judía pasado el término de julio. . . so pena de confiscación de todos sus bienes. Y porque los judíos puedan actuar como más les convenga en este plazo, les ponemos bajo nuestra protección, para que puedan vender, enagenar o trocar sus bienes. Les autorizamos a sacar sus bienes por tierra y mar, en tanto non seya oro nin plata, nin moneda nin las otras cosas vedadas'.
El cronista y cura de Los Palacios Andrés Bernal o Bernáldez, describe el momento de la partida de los judíos de Sefarad con estas palabras:"Se metieron al trabajo del camino; e salieron de las tierras de sus nascimiento, chicos e grandes e viejos e niños[...] E ivan por los caminos e canpos por donde ivan con mucho trabajo e fortuna, unos cayendo, otros levantando, unos muriendo, otros nasciendo, otros enfermando, que no avia cristiano que no oviese dolor dellos [...]e los rabíes los ivan esforçando e hazían cantar a las mugeres e mancebos e tañer panderos e adufes, por alegrar la gente."
Así fue como salieron de estas tierras los judíos españoles a quienes se conoce como sefardíes, sefarditas o sefaradíes. Toman su nombre de Sefarad, topónimo al que se refiere uno de los profetas menores, Abdías, del que apenas nada se sabe, en el que sería el libro más breve de la Biblia puesto que cuenta sólo con 21 versículos y un único capítulo en el que "los desterrados de Jerusalén que están en Sefarad" y que vino a identificarse con la Península Ibérica. El término con tal significación empieza a utilizarse de manera generalizada a partir de la expulsión.
Técnicamente el 31 de julio de 1492 debía salir el último judío de la que era su patria, siendo que toman las siguientes vías: "por el norte, a Navarra y a los territorios pontificios de Francia; por el sur, hacia el norte de África desde donde algunos núcleos continúan camino hasta la Tierra de Israel; por el oeste, hacia Portugal donde se dice que fueron 20.000 las casas asentadas; y por levante, vía Italia, hacia los Balcanes, Grecia y Asia Menor, continuando también algunos de ellos hasta Israel". Pero muchos de ellos se quedaron, obligados a convertirse a la fe cristiana, por tal de conservar sus posesiones o su status principalmente y, de éstos, parte siguieron practicando a escondidas los ritos que los unían a su antigua fe, o a su verdadera fe. Son los llamados 'criptojudíos', 'marranos', 'chuetas, o 'anusim' como prefieren llamarse ellos, la existencia de los cuales siguió hasta nuestros días en grupos de Portugal y España, descendientes de los judíos de los tiempos de la Inquisición.
Es hacia el Imperio Otomano donde se dirige el mayor número de judíos españoles donde el sultán Bayaceto II o Beyazit II los recibe con los brazos abiertos y sin apenas condiciones "vosotros decís que Fernando es un rey sabio, él que desterrando a los judíos ha empobrecido a su país y enriquecido el nuestro". Allí se instalan y organizan en comunidades regionales o 'cales' manteniendo sus costumbres, sus tradiciones, liturgia, sus cantos y su lengua, alrededor de la sinagoga a la que llamaban como su ciudad de origen encontrándose las de 'Kastilla', de 'Aragon', 'Katallan yachan', entre otras. Desde Sarajevo, en Bosnia, hasta Damasco, en Siria, se establecieron judíos siendo las ciudades de Estambul y especialmente Salónica, que llegó a contar con 30 sinagogas, y a la que se conocía como 'la Jerusalén de los Balcanes' las que gozaron de un mayor número de componentes y actividad. Es en el transcurso de la segunda guerra mundial que Turquía se declara neutral por lo que su comunidad sefardí sobrevivió mientras que la de Salónica quedó totalmente eliminada por los nazis. Con el holocausto, la Shoa para los judíos, queda en las sombras para siempre cada una de las luces de la cultura y la rica tradición que portaban cada uno de estos hombres y que habían custodiado por tantos siglos.
Otro contingente importante de judíos españoles se establece en las ciudades del norte de Marruecos y también Argelia y Túnez. Conservan su lengua, con algunos vocablos en hebreo, a la que se van sumando también expresiones del árabe dialectal, a la que llaman haquetia y también sus tradiciones familiares. Pero es a finales del siglo XIX cuando se produce una verdadera re-hispanización de la haquetia por los continuos contactos con españoles a partir de la guerra de África y el establecimiento del protectorado que hace que ésta se diluya hasta equipararse con el paso del tiempo al castellano actual.
la historia de los judíos en tierras Ibéricas estuvo jalonada por épocas de acusaciones, persecuciones, asaltos y agresiones y otras en las que hubo, sino fraternidad y convivencia real, al menos sí coexistencia pacífica. Igualmente los reyes tuvieron en ellos grandes aliados que les sirvieron tanto financieramente en la consecución de ciertas empresas que no hubieran sido posibles de otro modo, así como en la corte en sus funciones de médicos, filósofos, músicos, hombres de ciencias y otros tantos cargos.
Los judíos se llevan con ellos toda la cultura que se ha forjado en el solar ibérico tras siglos de convivencia. Así la paremiología, romancero, cancionero, cuentos y otros saberes salen de estas fronteras y continúan creciendo, nutriéndose de los elementos culturales, y también de las lenguas, con los que coexisten y que son propios de los nuevos lugares de asentamiento. Así, no es difícil encontrar melodías sefardíes a ritmo de polka, foxtrot, tango o makams turcos y también hablando de la lengua, vocablos procedentes del griego, turco, árabe, hebreo y otras tantas lenguas. De una u otra manera, lo que nos cuentan estos cantos, es de las costumbres, actitudes, la forma de vivir y sentir en definitiva de este pueblo.
Sirva esta modesta aproximación para pasar el testigo de la luz que todavía alumbra un sendero sin que se atisbe todavía el final, y conforta el corazón de los hombres que han puesto en él sus pasos.

CONTENIDO:

1. El Aguadero
2. La gentil dama y el rústico pastor
3. La despedida de la novia + Consejos a la novia
4. Buzinis
5. El cativo
6. La reina Xerifa mora (hermanas reina y cautiva)
7. El icono del judio
8. Ija mia
9. Morenica
10. Nani nani



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