Cus Cus

El trío quizás sea la formación donde más espacio se ofrece para la creatividad de los músicos. Friktone es un ejemplo. Con una estética que combina la modalidad y la fluidez de diversos ambientes compositivos (desde el remanso-balada hasta los encrespamientos del freejazz), los seis temas del disco se enlazan en una especie de suite única donde emergen los solos, dúos, riffs con inclinación al minimalismo y lo repetitivo. Un sonido empastado y un fraseo que los tres comparten desde sus propias personalidades logran la continuidad. La tímbrica de cada instrumento queda realzada por la trama común (no hay unos roles de acompañamiento y solos turnados, son desarrollos interactuados, un poco a la manera de los grupos del último Wayne Shorter, por ejemplo) y por el sonido de conjunto, cuidado al máximo. Fito Ares es un solista muy original, de los poquísimos que por aquí han recogido los modos de Michel Portal o Sam Rivers para alzar su propia inspiración, tanto con la flauta como con el saxo soprano. Risto Vuolanne toca el contrabajo con el poderío y aplomo de los grandes, destacando su maestría con el arco, que tanto aporta la sonoridad del conjunto. Fernando Lamas es un batería que ha entendido a fondo la modernidad de su instrumento, dotado para concentrar y controlar una energía percutiva siempre timbrada y melódica.
Muchos discos de jazz vienen ser documentos que nos recuerdan cómo sonaría ese grupo o ese músico en el directo del concierto. Otros, menos, son obras que se han creado con un concepto de ser únicas, y resuelven ejemplarmente la relación propia del jazz entre lo compositivo y la improvisación. Son obras de arte y Cus Cus pertenece a tal categoría. (Ildefonso Rodríguez)